El futuro del lenguaje

 En el ensayo titulado The Hundred-Year Language por Paul Graham, se nos expone varias ideas que, vistas como.estudiante, parecen interesantes, intrigantes y hasta motivantes. El cómo nos imaginamos el futuro, hasta cómo recordamos el pasado (independientemente del contexto), son actividades temporales que, aunque son meramente humanas, nos ayudan a sentirnos y hasta percibir nuestro mundo como otra especie. Como el tiempo mismo. Este poder, cómo mencioné en el inicio de este escrito, nos ayuda visualizar qué aspectos podemos y hemos mejorado -hasta los que han empeorado- y nos brindan herramientas… interesantes. ¿Las innovaciones realmente son del futuro o son atemporales y solamente responden a nuestra capacidad de observar y resolver un fenómeno? Esta pregunta es la que, en diversos párrafos, el autor trata de ver con ojos de científico computacional. 

No solamente como ingenieros o computologos tenemos el privilegio de palpar y crear el desarrollo con muestras manos, sino como especie humana en general. Lo que me llevo de este escrito es que es nuestro ingenio el que resuelve los problemas pero nuestra imaginación los que los plantea desde un inicio. ¿Para qué querríamos gastar nuestro tiempo actual suponinedo sobre lenguajes que, ni siquiera hoy, son reales? Pues debido a que son estos precisos instintos los que nos han llevado a entender, mejorar y hasta crear abstracciones lingüísticas tan finas que nos sobrepasan el habla e impactan en el tiempo, carreras y en civilizaciones enteras. 

A modo de conclusión, me atrevo a decir que Paul Graham, sin mayor intención de su escrito, logró sobreponerse y superar las barreras del tiempo para poder darnos, aún aunque su ensayo fue elaborado hace casi 20 años, un cierto respiro de nuestros anhelos corporativos, y, hasta una crítica hacia estos mismos. Muchas veces, por culpa de la tan vendida imagen del desarrollador experto en los últimos años, tendemos a perdernos en objetivos meramente inhatas que no resuelven o proponen nuevos cuestionamientos, paradigmas y hasta herramientas. No olvidemos que está en nosotros, no solamente el propietario intelectual de un compilador el que debe preocuparse por su relevancia, sino todos nosotros pues puede ser este el software que, como el autor mencionó, haga funcionar nuestra vida futura.